Tras los primeros años de aprendizaje en los que me sedujeron las distorsiones de André Kertész y las pánicas puestas en escena que llevé a cabo en una serie anterior, avancé hacia un retrato menos artificioso sin abandonar la mirada expresionista. Entonces, - en el estudio de la calle Montera, y después en el estudio de la calle Libertad donde se realizaron la mayoría de estos retratos -, el proceso lo llevaba a cabo de manera tradicional: cámaras de medio y gran formato, película en blanco y negro y procesos de revelado y positivado en el laboratorio químico. Actores y actrices, músicos, amigos, nos juntabamos en sesiones nocturnas para poner a prueba nuestra creatividad personal, vertiginosa y llena de dudas, pero certera para esta serie de retratos que establecieron una plástica que ya no abandonaría: la del retrato clásico en blanco y negro.