Sin embargo es a la hora mágica cuando la gran plaza Jamaa el Fna adquiere su personalidad y toda la medina comienza su actividad frenética: paseantes, bailarines, bandas de músicos, portadores de agua, ciclomotores en zigzag, el sonido de la multitud, nubes de humo de las estaciones de cocina, venta de piezas dentales... La paz reinaba en el hotel. Una historia de amor.